COMITÁN DE DOMÍNGUEZ.- Nada más comienza a descender el sol en la región de la frontera chiapaneca y las recomendaciones, las letanías, fluyen. Las tenues voces, los cuchicheos hablan sobre los peligros que se corren al andar en las carreteras de esta zona después de las cinco de la tarde.
Los poblados desperdigados por estos sinuosos caminos ya no son llamados por su nombre, sino por el del grupo criminal que los controla.
Son las tres de la tarde en Motozintla. Mientras los perros famélicos y sarnosos huyen desesperados del bochorno, del zumbido de moscas gigantes, un integrante de Protección Civil del municipio explica atropelladamente la nueva cartografía que se configuró en el sur de Chiapas tras la encarnizada disputa por este territorio entre los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y de Sinaloa (CDS).
A esta hora —dice— “está tranquilo” en la ruta que va de Motozintla a Frontera Comalapa, pero “ya después de las seis de la tarde se pone feo de aquí adelante a Amatenango, donde opera ‘El Maíz’, y luego un poco más pa’ allá parece que están los de Sinaloa”.
“Y antes de Comalapa, por ahí de Chemic, hasta La Trinitaria, es terreno de ‘los jaliscos’”, dice el muchacho en medio del sofoco, del atronador ruido de los mototaxis y de las bocinas a todo volumen afuera de las tiendas que ofrecen ropa tipo militar, equipos tácticos y cachuchas beisboleras con las iniciales “JGL” (Joaquín Guzmán Loera).
En medio de la encarnizada guerra por el control de tierras, territorios, andadores, rutas, recursos naturales, corredores y plazas entre los dos cárteles más poderosos del país que se disputan Chiapas, a los pobladores de esta región también ya les metieron a la fuerza los nombres de nuevas células criminales. Los traen grabados en la cabeza porque la convivencia con ellos es cotidiana. No podía ser de otra forma.
En el vocabulario de la zona ya es común hablar de “El Maíz”, “Los Huistas” (que tienen su base en Huehuetenango, Guatemala), “El Consejo Indígena”, además de “El Cártel de las Cuatro Letras”, como se le denomina a por acá al Cártel Jalisco Nueva Generación.
Para muchos es un riesgo hablar con extraños. También haber sido testigos de algún acto criminal. A unos pasos de dos taxis que fueron incendiados en los cruentos enfrentamientos entre el CJNG y el CDS a finales de mayo, a un costado del puente de Mazapa de Madero, un hombre y su hijo menor de edad cortan las ramas de un árbol que amenaza con caer encima de su casa construida con tablones de madera y techo de lámina.
“Todo está tranquilo por acá. No pasa nada”, cuenta el hombre de unos cuarenta años y continúa con su labor.
--¿Y esos autos calcinados? ¿No fueron del enfrentamiento de hace unas semanas? --se le inquiere.
--Ah. Sí, pero no pasó nada. Yo estaba aquí. Vi todo, pero todo tranquilo.
Para deshebrar la complejidad de estos grupos delictivos se tiene que vivir en la región. Joaquín, exconductor de una radio comunitaria en Las Margaritas, quien pide el anonimato, intenta resumir este “revoltijo criminal”, como le llama:
“El Maíz es ‘brazo armado’ del CJNG. Luego apareció, a principios de año, el Consejo Indígena, supuestamente como grupo de autodefensa para combatir al CJNG, pero no es más que una célula del CDS. Los Huistas trafican con armas y drogas desde Guatemala y sus clientes son el CJNG y el CDS. Pero ojo, también operan por acá Los Zetas, los Beltrán Leyva y el Cártel del Golfo”.
Ya hacia el norte del estado, en las regiones de Mezcalapa, Los Altos, Los Bosques, Norte y Tulijá, que tienen como base las ciudades de San Cristóbal de las Casas, San Juan Chamula, Bochil y Yajalón, el mosaico de organizaciones criminales es distinto, aunque la influencia de los dos grandes cárteles de la droga (CDS y CJNG) también es latente.
Un ritual del grupo criminal “Sentimientos de la Nación”, que está asentado en San Cristóbal de las Casas y sus alrededores, es “echar bala” desde los cerros que circundan la llamada Ciudad Real con rifles de asalto, sobre todo los R-15 y los AK-47.
No hay fechas específicas para estos eventos, explica Dora Robledo, directora del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) . Lo que sí hay, con esos “avisos”, es una movilización estruendosa y amenazante de su “brazo armado”: jovencitos de entre 14 y 19 años de edad que han sido bautizados como “Los Motonetos”.
Con en nombre del documento confeccionado por José María Morelos y Pavón, que inspiró la Constitución de Apatzingán de 1814, la primera del México independiente, el grupo criminal “Sentimientos de la Nación” y “Los Motonetos” ya dieron muestras de lo que son capaces: paralizar y controlar por varias horas la ciudad de San Cristóbal de las Casas.
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Entre los olores penetrantes de mariscos, plátanos hirviendo en aceite, faldas negras de borrego, café recién molido y aguas estancadas de innumerables días lluviosos, “Los Motonetos” operan en los principales mercados y tianguis de la Ciudad Real, específicamente en el de la Zona Norte, Santo Domingo y en el de Dulces y Artesanías.
Desde esos bastiones, anota un policía municipal de San Cristóbal, los grupos criminales de la Ciudad Real disputan con otras agrupaciones delictivas el control de los Altos de Chiapas, sobre todo con el Cártel de San Juan Chamula (CSJC), el primer cártel indígena del país, y “Los Rojos”, un grupo que apareció hace unos meses y que no tiene nada que ver con el grupo criminal que opera en Guerrero y Morelos.
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